jueves, 8 de septiembre de 2016

CÓMO SOBREVIVIR A LAS ALTAS TEMPERATURAS


Zunido húmido do vento
Rozamento da chuvia sobre as follas dos carballos
Murmurio dun regato
Arrolo dunha lontra en cío.
Berro dun lagarteiro
Mansedume dunha vaca marela pacendo.
Feixes de luz perforando a follaxe
Goteo do callo nos sacos de xute
Xabarís forzando tesouros.
Silencio nos calvarios.
A poesía faise nas fragas.

Do libro "Cen poemas do río Eume"
de César Antonio Molina.



Una de las cosas que mas han captado mi atención en Galicia, es que el agua brota por doquier facilitando, que la vegetación se desarrolle en los lugares más recónditos.

Desde el mes de Junio no se han dado procesos pluviométricos importantes y los que conocen Galicia, saben que este verano está siendo escandalosamente seco, acompañado de temperaturas muy elevadas. 

Durante la primera semana de Septiembre se han llegado a alcanzar los 40ºC, el aire es abrasador y la atmósfera está enturbiada acentuando un cielo triste y sediento. En estas condiciones y para soportar estas temperaturas, la naturaleza nos ofrece una solución: protegerse bajo la sombra de los árboles de ribera, sintiendo el frescor de las aguas de un río cercano.



Durante el mes de Julio fui a visitar con unos amigos las Fragas do Eume, parque natural y uno de los últimos bosques costeros de Europa. 
9000 hectáreas de densos bosques sobre elevadas y abruptas laderas, que se dejan caer sobre el curso del río Eume, donde destacan los abedules (Betula alba), robles (Quercus robur), el aliso común (Alnus glutinosa), castaños (Castanea sativa) y avellanos (Corylus avellana) entre otros.

                                             

Coloridas flores adornan el sotobosque asomándose exuberantes entre las distintas especies de helechos, que dan cobijo a una rica fauna de pequeños mamíferos, reptiles e insectos, entre los que destaca el Carabus galicianus beetle, un carábido de gran tamaño de patas anaranjadas que contrastan con el negro intenso del resto del cuerpo, endémico de la península ibérica cuya distribución se limita entre Asturias y Galicia llegando hasta la Sierra de la estrella en Portugal.


El recorrido transcurre por la carretera DP 6902 que sigue el curso del río. La calzada es transitable por vehículos a motor hasta la oficina de información del parque natural, solo tienen permiso para circular los pescadores con licencia en el coto y el autobús que hace el recorrido hasta llegar al monasterio.



El autobús está adaptado, las instalaciones del centro de información son accesibles con plaza de aparcamiento para PMR, el restaurante que hay junto a la oficina está adaptado a cualquier usuario, pero mi sorpresa la encontré unos metros más arriba donde hay un stand de alquiler de bicicletas, las tienen de todo tipo e incluso con porta-niños, solo faltaba alguna handbike, pero quien, sabe cada día somos más visibles y la conciencia va poco a poco calando en nuestra sociedad.


Seguimos el itinerario que marca la carretera junto al río, que refresca gratamente el ambiente hasta que alcanzamos uno de los primeros puentes colgantes, se puede atravesar pero el ancho es justo el espacio que ocupamos con la silla y al llegar al final no se puede dar la vuelta y tuve que volver marcha atrás, muy emocionante ya que el puente se mueve mucho y los laterales son una malla que deja ver perfectamente el cauce del río.



A lo largo del camino se ven varios cursos de agua que descienden por la ladera a modo de pequeños y nerviosos arroyos, alcanzamos el siguiente puente colgante, que tiene las mismas características por lo que misma situación marcha a delante y atrás, las vistas siempre valen la pena para intentarlo.



A partir del segundo kilómetro se acontecieron dos ascensos duros, de los que te obligan a esforzarte un poco más, gracias a la frescura del lugar lo sobrellevamos de muy buen humor. La ruta finaliza al alcanzar el Monasterio de Caveeiro, uno de los tantos que existen a lo largo y ancho de Galicia.




El monasterio data de mitad del S.X fundado por benedictinos que más tarde pasaría a formar parte de los canónigos regulares de San Agustín. En el año 1107 Alfonso VII dona al abad y a los monjes de Caaveiro todas las posesiones de donde estaba asentado el monasterio quedando este exento de la autoridad del arzobispado de Santiago de Compostela. Se abandona durante el S. XVIII, a finales del S.XIX Pío García Espinosa, propietario de la zona consigue autorización para la restauración de tan notable arquitectura románica con detalles barrocos que se sustenta sobre un gran muro para salvar el desnivel del terreno.


Tras la vuelta la merecida recompensa, un refrescante baño en las gélidas y limpias aguas del río Eume; una jornada de naturaleza que sin duda me encantaría repetir, en este caluroso y seco inicio de Setiembre.

¡Salud y naturaleza!

Bibliografía:
http://www.turismo.gal/parque-natural-fragas-do-eume-presentacion?langId=es_ES
http://www.arteguias.com/
http://www.magrama.gob.es/es/biodiversidad/temas/espacios-protegidos/red-natura-2000/lic_galicia.aspx

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