Es torna l´ombra als camps
íntima, i flonja
la callada alegría capvespral.
És el cel pàl.lid, a ponent, taronja,
I a la riba enrogits sorra i penyal.
Esblaimada, la mar, l´eterna onada
Porta a morir-arrossegat traüt.
De la posta l´escuma ara és rosada,
Com la vela llunyana d´un llaüt.
MARINA CREPUSCULAR
María Villán Gómez, Ibiza
2018 un año mas del Antropoceno, una nueva oportunidad para solucionar muchos de los problemas ambientales aún sin resolver. Mi deseo es que el ser humano redirija su camino hacia la sostenibilidad que ayude a preservar y mantener nuestra casa común La Tierra, ese puntito azul en medio de un universo eterno y desconocido. Espero que en este año que iniciamos caminemos juntos para construir una sociedad diversa donde todas las personas sean respetadas y respeten por el bien común.
2017 ha sido un año intenso cargado de emociones, paisajes, naturaleza y rutas y lo he finalizado de la mejor manera que sé, con calma, amor, naturaleza y amistad. Me he ido a Ibiza un lugar donde a escasos kilómetros un naturalista puede saciar su apetito de naturaleza. En Ibiza el mar Mediterráneo se funde en un suave vaivén con blancas playas y calas rematadas de bosques de pinos y otras especies de la máquia mediterránea, sin lugar a dudas un lugar pintoresco en el que conseguir una buena instantánea paisajística es relativamente fácil.
Pese a la degradación que ha sufrido la isla, que verano tras verano es invadida por hordas de turistas, ávidos de fiesta nocturna o diurna, alcohol y demás sustancias psicotrópicas, en estas fechas es un remanso de paz donde es posible disfrutar de relajantes paseos diurnos, recorrer sus estrechas carreteras al ritmo de la isla y disfrutar de sus maravillosas calas escuchando el único sonido del ronroneo de Poseidón agitando el mar Mediterráneo.
Mi escapada en el último fin de semana del año lo invertí en un día para recorrer la ciudad y la muralla de la Vila, o Dalt Vila como lo denominan los lugareños que viven fuera de Ibiza ciudad. El último día del año se lo dediqué a la naturaleza, con un recorrido por el Parque Natural Ses Salines y visitando diversas calas, Esvedrá, d´Hort y finalmente Benirrás, para despedir el día en con una magnífica puesta de sol al ritmo de los tambores. Que gozada no había más de 20 personas, para los que conocéis la isla sabéis que esa cala es un hervidero de gente.
Mi estancia ha sido tan gratificante que que he indagado algunos datos estadísticos sobre turismo, publicados por la web IBESTAT. Tras un pequeño tratamiento matemático he elaborado esta gráfica que refleja la no sostenibilidad del modelo turístico al que está sometida tan frágil trocito de tierra firme. Los datos corresponden al año 2016, ya que 2017 aun no están publicados al completo.
Flujo de turistas según datos publicados en IBESTAT para 2016 |
Analizando la imagen es fácilmente ver la locura que supone para el lugar la afluencias de visitantes que a partir de abril hasta octubre sobrepasan con creces al número de ciudadanos residentes en Ibiza y Formentera.
Si sumamos la cantidad de turistas que llegaron en el periodo estival (de mayo a octubre) 2.486.118 y se divide entre la población total residente, censada en 61673 en este periodo hubieron 40 veces más foráneos que residentes, una verdadera locura que se repite año a año y que va in crescendo.
Como tengo un deseo para 2018 en el que la sostenibilidad abandere el año, e permitirán una reflexión sobre el modelo turístico implantado en España, sobretodo en el Mediterráneo; ¿alguien se ha planteado todos los daños colaterales que esta invasión veraniega genera?, por ejemplo en términos de gestión de residuos, suministros como el agua potable o la energía, la contaminación por tráfico rodado y aéreo, fragmentación del territorio, la capacidad de acogida en los espacios naturales como playas y calas, el urbanismo y servicios públicos (sanidad, fuerzas de seguridad, transporte público). ¿Todo esto cómo repercute en la población local? que es la que durante el año a de mantener con sus impuestos los servicios y ha de convivir con los turistas en verano.
Tras haber visitado la isla fuera del periodo “temporada alta” y haber vivido esa sensación de quietud, paz y naturaleza que transmiten las islas pitiusas, me pregunto, si es este el tipo de modelo turístico que se merecen nuestras joyas del Mediterráneo. Aún se está a tiempo de reconducir el modelo, hacia un turismo sostenible, de calidad, en el que se haga un puesta en valor de la etnografia, el medio ambiente, el paisaje que a golpe de ladrillo ha sido devorado para ofrecer más y más plazas hoteleras que han destruido lo que debió ser la Ibiza de los 60 repleta de calas vírgenes en las que sumergirse en ese mar lleno de vida, oxigenado y nutrido por la extensa pradera de Posidonia oceánica que envuelve las costas Ibicencas i de Formentera, fomentando el color turquesa de sus aguas y la calidad de la arena de sus blancas playas.
Tras esta disertación y/o propuesta para generar conciencia y cambiar el actual modelo actual de turismo de masas, hacia un turismo sostenible y de calidad, para este nuevo año os planteo una sesión de pajareo o birdwatching para recibir 2018 que ha sido declarado como el año de las aves por National Geographic para celebrar la ley que el congreso de los EEUU aprobó en 1918 sobre el tratado de aves migratorias para protegerlas de las matanzas a las que estaban sometidas. Siguiendo la tradición anual de declarar un ave del año la Sociedad Ornitológica de España (SEO Birdlife), ha elegido como ave del año, la lechuza común (Tyto alba), símbolo de la sabiduría o de Atenea, una forma de dar un toque de atención sobre esta especie ya que sus las poblaciones están sufriendo un declive pronunciado en España por la fragmentación y destrucción de sus hábitats naturales.
Empezamos 2018 con un recorrido por una de las joyas de la isla ibicenca, Ses Salines, un espacio natural donde saciar la curiosidad por la botánica, etnografía o el birdwatching.
El Parque Natural de Ses Salines en Ibiza, declarado en 2001, también conocido como Las Salinas, supone una superficie protegida de 16.000 ha de las que 13.000 ha es superficie marina, destaca la pradera de Poseidonia oceánica declaradas patrimonio de la humanidad en 1999. Esta planta está considerada como el ser vivo más grande del mundo. Cumple una misión vital como productora de oxigeno y captadora de CO2, además es zona de freza de especies marinas, siendo vital para el mantenimiento de las pesquerías en el mar Mediterráneo. Es la responsable de que podamos disfrutar de la calidad y tonalidad del agua en las playas del Mediterráneo. Un patrimonio en declive y en peligro por el exceso de embarcaciones de recreo que visitan las islas y que fondean en el espacio donde se desarrolla la pradera.
Existen varios itinerarios para recorrer las 3.000 ha terrestres tanto en la isla ibicenca como en Formentera. Es un lugar perfecto para disfrutar de las aves que anualmente visitan las lagunas, destacando los flamencos por la vistosidad de su plumaje. Alrededor de las lagunas se puede acceder a algunos de sus hides para dedicar un tiempo a la observación de las aves. Esto no es lo único con lo que cualquier amante de la naturaleza se puede deleitar, la botánica es interesantísima con una amplia representación de salicornias, que tiñen los márgenes de intensos verdes y tonos rojizos.
La salicornia es un género botánico de plantas suculentas, halófitas que crecen en saladares, en playas y en manglares. Este género está especializado a vivir en lugares donde la concentración de sal es muy elevada. La adaptación consiste en que absorbe el agua salobre y excreta por sus hojas la sal excedentaria. El mundo vegetal es apasionante y tras siglos de evolución cada milímetro de superficie terrestre está ocupada por alguna especie que se ha especializado a las condiciones específicas del lugar donde se desarrolla.
Los diferentes caminos que recorren las lagunas son de tierra batida, con pendiente nula, en principio son accesibles, siempre y cuando no los visitemos tras un periodo de lluvias, pues se forman regueros y nos podemos encontrar con que el camino esté embarrado, lo que nos dificultará mucho la rodadura.
Realicé un corto paseo por uno de los caminos, al que se puede acceder fácilmente en coche, dejarlo aparcado donde empieza el track. A la parte derecha del track podremos contemplar una amplia extensión no inundada colonizada por salicornias y a la derecha una de las lagunas donde, garzas, garcillas y tarros blancos descansaban tranquilamente.
Conforme avanzamos por el camino la laguna se ha tapado con un material de cañizo para que las aves no sean puedan ver que te acercas al hide, de forma que no se espantan. Al final del camino una pequeña pendiente y entraremos en el hide donde poder observar tranquilamente a los visitantes alados. Se han contabilizado más de 200 especies diferentes.
Para mi enfado por falta de dos tablas no puede acceder a la rampa que te sube hasta el observatorio. Este tipo de situaciones me desmoralizan mucho, porque se ha realizado una inversión en un equipamiento para que sea útil para todos y por culpa de una mala ejecución las personas con movilidad reducida no podemos acceder de forma independiente porque quien lo ejecuto dejó un escalón al inicio de la rampa que lo convierte en un equipamiento inaccesible. Este tipo de cosas hay que cuidarlas más, así como el mantenimiento de las instalaciones.
Tras el paseo, regresamos al coche que lo habíamos aparcado al inicio del track para visitar otra zona. Mediante los diferentes accesos que existen llegamos cerca de la montaña de sal donde divisamos a un flamenco que reposaba y se acicalaba tranquilamente en las aguas de una de las lagunas. La montaña de sal es una muestra de que actualmente la extracción del mineral se mantiene en activo, la extracción de sal se inició con los primeros pobladores de la isla, fenicios, cartagineses, romanos, musulmanes y finalmente catalanes, hasta el día de hoy. Los cristianos diseñaron el actual sistema de lagunas conectadas mediante esclusas, de poca profundidad para que el agua se evapore y se almacene el mineral para su extracción y comercialización. A día de hoy la sal es el producto más exportado de la isla después de 2800 años de explotación salinera.
Por un 2018 donde reine la cordura, se avance en gestión ambiental sostenible y se recupere el bienestar y la paz en lugares que como en Ibiza, están sobre-explotados fruto de un turismo insostenible, donde solo reina "el todo vale si es rentable".
¡Feliz año, salud y muchísima naturaleza amigos, nos vemos en la próxima ruta!
Enlaces de interés:
http://www.caib.es/sites/espaisnaturalsprotegits/es/parque_natural_de_ses_salines_de_ibiza_y_formentera-21765/
http://www.ibizaisla.es/visitar/ses-salines.html
https://ibestat.caib.es/ibestat/estadistiques/per-territori/3/3f1887a5-b9b7-413b-9159-cb499cf29246/es/I208002_n301.px